ALEXANDER
- Vizueth Rodriguez Frida Sofia N.L. 48
- 9 mar 2017
- 4 Min. de lectura

Lourdes era un señora de edad avanzada, sola y margada, aparentaba tener menos edad por la forma que vestía, vestidos pegados hasta el tobillo, llena de finas joyas, sin ninguna gota de maquillaje lucia hermosa, como un amanecer en las montañas de invierno, era tan hermosa que daba miedo hasta mirarla.
Pero a pesar de todo eso, ella era amada por el pueblo, ella era dueña de un burdel, a diferencia de los otros que existían en aquel lugar abandonado por Dios, sus “hijas” llegaban solas, pues era tan acogedor aquel lugar que realmente la consideraba su madre.
Los hijos que tenían aquellas mujeres los adoptaba y cuidaba hasta que llegara algún ofertante.
Era una noche fría y triste, Lourdes escucho a sus perros ladrar, pero hizo caso omiso, comenzaron a tocar su puerta desesperadamente, dio un salto y corrió a abrir, no vio a nadie, en cuanto bajo la mirada se encontró una canastilla. Era pesada, la coloco sobre la mesa, tenía en ella un bebé, ojos azules y cabello rubio, pero había algo extraño en el, había una fisura justo en el corazón, curiosa lo abrió aterrorizada a lo que estaba apreciando tomo el reloj y curiosamente cambio su corazón por aquel reloj cucu que se encontró en el parque tirado.
Ella sabía que nadie lo iba a querer así, además se le partió el alma saber que no sabían darle los cuidados que el necesitaba, así que decidió quedárselo, lo llamo Alexander.
Era 26 de Noviembre, el día de su cumpleaños, como regalo le pidió a su mamá poder llevar una vida normal. Lourdes furiosa le grito que él no podía llevar una vida normal porque el no lo era.
Después de varios días Lourdes acepto su propuesta pero bajo dos reglas:
-No permitas que nadie juegue con tus manecillas y por ultimo no te enamores porque tu corazón no lo soportaría- dijo Lourdes mientras acomodaba su corbata.
Alexander estaba muy emocionado por su primer día de clases, llegó y se sentó al frente del profesor, con una sonrisa de oreja a oreja. En eso entró una muchachilla bastante hermosa, deslumbraba con su belleza, la siguió con su mirada hasta que ella tomo su lugar. Una mano pesada le cayó por detrás, haciendo que le doliera la cabeza de lo fuerte que le pegó, y una voz gruesa se dejo escuchar- Victoria es mía, ni se te ocurra mirarla- dijo un tipo alto muy robusto. Aterrorizado por aquel tipo, salto su reloj y comenzó a hacer ruidos extraños, Rosalino el brabucón, comenzó a reír sin parar- Miren tenemos una mina de oro aquí-.
Rosalino cobraba 25 centavos para que los niños del colegio pudieran jugar con las manecillas de Alexander, el en vez de decirle a su mamá o no volver a la escuela, el seguía permitiendo esos maltratos, todo con tal de ver a Victoria, a pesar de que ella no le regalara ni una mínima mirada.
Pasaron los años y llego la hora de marcharse de la escuela, de separar sus caminos, Victoria jamás le hablo.
Tras su desgracia Alexander lloraba todas las noches deseando morir.
Siguieron pasando los años, hasta que un día Alexander fue a comprar flores para su madre ya enferma por la edad, al entrar a la tiende vio a Victoria, pensó que solo era una coincidencia, pero no fue así.
Dos días después regreso por más flores, y al momento de pagar unas manos delicadas tomo el dinero, al alzar la mirada pudo contemplar los bellos ojos de Victoria.
- Hola- dijo Victoria.
-Hola- ¿Cómo has estado? ¿Te acuerdas de mí?
-¿Cómo no hacerlo? Si eras amigo de Rosalino-
-Jajaja es verdad, espero verte pronto-
-Hasta luego, ojala un día podamos ir por un café-
Alexander tan emocionado por lo que había pasado, llegó a contarle a su mamá, fue tanta la emoción que se le zafó un tornillo. Lourdes furiosa, y a la vez preocupada le prohibió volver a ver a victoria. Pero era más que obvio que Alexander la seguiría viendo, salieron juntos varios meses hasta que un día Alexander le confesó su amor.
-Victoria, me fascinas, quiero que seas lo primero al ver en las mañanas, te necesito, te deseo, por favor cásate conmigo-
-Alexander no puedo-.
-¿Por qué?
-Porque me voy a casar con Rosalino.-
En ese instante se paro, dejo el dinero de la cuenta y se marcho destrozado.
En cuanto llegó rompió todo lo que pudo, Lourdes preocupada se acerco, tratando de tranquilizarlo.
-No me toques, todo es por tu culpa, si solo me hubieras dejado morir, te odio.-
Salió corriendo dejando a su madre tumbada en el suelo, destrozada por las palabras de Alexander.
Lourdes comenzó a levantarse, pero en ese instante sintió un enorme dolor el pecho, y en cuestión de segundo cayó al suelo, fulminada, muerta.
Alexander desesperado por no poder regresar a su casa por que las “hijas” de Lourdes cada vez que lo veían le aventaban piedras, cayó en el vicio del alcohol.
Era una noche obscura y triste, Alexander se encontraba en un árbol tumbado con la botella, en eso Victoria paso y lo vio, se acerco a el
-¿Qué te ha pasado Alex?
-Estoy muriendo lentamente por el amor de una mujer.
-No diga eso.
Victoria lo tomo entre sus brazos, lo miro con tal dulzura que ilumino ambos rostros.
-Te amo Alexander- y por fin sus labios se encontraron en ese preciso momento Alexander emitió una luz de su corazón, el tiempo se detuvo y no se volvió a recordar jamás
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