“ El monstruo “
- Aiko Betsabe Leal Hernández.
- 8 mar 2017
- 3 Min. de lectura
Aeryn, una chica que desgraciadamente, vivía sola, una estudiante común de la universidad, con una vida rutinaria, despertar a las 5:00 am para poder llegar a la escuela, regresar a las 3:00 pm, comer, hacer la tarea, así hasta que llegaba la noche.
Ahí estaba ella, corriendo por su pieza o por alguna otra habitación de su casa. Estaba tratando de huir, nuevamente, de algo al que había hecho enojar.
La perseguía, no sabía porque, ni cómo. Cuando al fin lograba salir de su pieza, minutos o segundos después estaba ahí nuevamente, pero el monstruo o la cosa que sea, ya no.
Diariamente era lo mismo, corría, salía y regresaba a esa habitación en particular. Ya habían pasado semanas en las que diariamente era lo mismo, pero en diferentes habitaciones. En todos esos días nunca había podido ver a dicha bestia, sólo lograba ver la silueta, parecía ser gordo, peludo, tener unas patas y cuernos muy grandes.
Muchas veces había sentido como él la alcanzaba, incluso, como sus largas uñas rasgaban su ropa, como alcanzaba a arañarla, podía sentir el ardor de su piel y como brotaban algunas gotas diminutas de sangre.
Para ella, ya era una costumbre que esa cosa la persiguiera unas horas antes de que fuera el momento de levantarse, siempre a la misma hora.
Posiblemente hoy no sería igual, Aeryn se había ido a dormir más tarde de lo normal por terminar la tarea de alguna de las materias que lleva en la universidad, ya eran las 12:15 am, cuando ella se acomodó en su cama.
Eran las 03:00 am cuando comenzó a escuchar ruidos en la habitación contigua, al momento creyó que eran sus gatos, hasta que escucho pisadas, de igual manera escucho como unas uñas arañaban las paredes.
Minutos después, cuando estaba conciliando el sueño nuevamente, podía escuchar el rechinar de su puerta, como si intentaran abrirla, se sentó, y logro ver, lo que parecía, ser la mano de aquella bestia que la atormentaba cada madrugada, un poco más, y lograba ver esa cosa, pero sucedió algo imprevisto… se despertó.
Sentada en su cama, exaltada, y mientras algunas gotas de sudor recorrían su espalda, estaba recordando su sueño, se veía tan real, estuvo a punto de ver esa cosa, ese animal o lo que sea que tanto le atormentaba.
Vio su reloj y eran las 03:00 de la madrugada en punto, se tranquilizó un poco, tenía ganas de ir a ver la habitación contigua, ver qué pasaba, pero un miedo inexplicable no la dejaba ni moverse, decidió que debería volver a dormir, se estaba quedando con una sensación extraña.
Cuando ya se estaba quedando dormida en “los brazos de Morfeo”, escucho esos tan familiares ruidos, sus pequeñas mascotas duermen en esa habitación, se estaba cubriendo con el edredón, cuando escucho como si alguien o algo, arrastrase cosas, segundos después escucho como se abría su puerta, se sentó, el rechinido de la puerta era increíblemente lento, eso sólo hacía que le entrara ansiedad, y entonces… lo vio, así como ella suponía que era, gordo, patas grandes y unos cuernos del mismo tamaño, con la luz que entraba por la puerta podía ver que era demasiado peludo, no lograba ver su color.
No sabía si le haría daño, ni siquiera sabía si la había visto ya, sólo quería salir corriendo de ahí, pero si hacia algún movimiento podría hacerle algo, de cualquier forma, ni si quiera podría salir, ya que esa cosa le obstruía la salida.
Lo único que pudo hacer, fue prender su lámpara, y al fin de tantos días… lo vio, no parecía querer lastimarla. Ella con mucho cuidado se acercó, siendo lo más cautelosa posible, quería tocarlo, tenía pinta de ser inofensivo, le recordaba a los monstruos de las caricaturas que veía de pequeña. Su pelaje de color morado, unos ojos muy grandes y redondos, y de su boca salían unos colmillos que llegaban a la parte inferior de sus labios, un par de cuernos demasiado largos, que parecían de cabra, le hacían recordar su infancia, y aquellas pesadillas que tenía cuando niña, y entonces, se dio cuenta porque se le hacía tan familiar.
Cuando era una niña de sólo cinco años, sus padres trabajaban, y sus hermanos tenían cosas que hacer, entonces se hizo un amigo imaginario, él. Después de tantos años sin verlo, había regresado "Lou" su gran y único mejor amigo.

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